Recuerdo muchas veces estar participando en alguna feria o presentación de mi libro,  en la que el público se acercaba animoso a saber más de mi obra, sin embargo al conocer el precio, muchos se sentían imposibilitados en adquirirla u otros hacían maravillas para obtenerla.

Casa Bagre: Teatroclub

Con mucho cariño recuerdo esta ocasión en la que un joven se acerca a mi stand y pregunta sobre mi obra, se la explico a detalle, a él le encanta y me comenta que es estudiante de diseño industrial en una universidad privada, conversamos acerca del proceso creativo de mi libro, etc. Luego de unos minutos me manifiesta su intención en adquirirlo, pero al consultar sus billetera, observa que no le alcanza, sin embargo se encuentra muy animado en tenerlo, por eso recurre incluso a dinero presupuestado para su pasaje y me dice: «Tengo esto, lo deseo presentar como parte de un trabajo en mi universidad», entonces, yo emocionado por su comentario y recordando mis tiempos de estudiante en el que solo tener dinero para las copias, ya era un milagro, acepto la cantidad.

México – 1er Festival Internacional de Etnias

Fue una hermosa experiencia lograr viajar a México y formar parte de la delegación peruana y así poder difundir nuestro arte y cultura. Una vez ya instalado en el stand de la feria, a cada persona que se acercaba, le explicaba mi libro a detalle y le contaba sobre algunas costumbres que tenemos los peruanos, así como también parte de nuestra historia inca. 
En especial recuerdo mucho a un señor de México, con quién sostuve una larga y amena plática, descubrimos que nuestras culturas tenían mucho en común, es más, uno de sus mitos menciona que las personas que poblaron México, vinieron del gran imperio del Sur (Posiblemente de lo que vendría a ser la futura Confederación Andina del Tahuantinsuyo), compartimos risas, anécdotas, le gustó mucho lo innovador de mi libro.
Al mencionarle el precio, miró con aflicción al libro y me preguntó si podría adquirirlo la próxima semana, lamentablemente le respondí que no, que solo permanecería unos días en el país. Luego de unas horas, el señor vuelve por la tarde con un paquete de mandarinas en la mano, me las ofrece diciendo, por ahora no podré comprar el libro pero agradezco mucho la plática que hemos tenido, acto seguido, me las regaló.

Este tipo de experiencias me motivaron a cuestionarme porqué algo que deseo comunicar a muchas personas, se vea limitado a la capacidad adquisitiva de ellas, me parecía injusto, por eso decidí reforzar el contenido de mi página web y a la vez, la creada exclusivamente para la comunidad de personas que logré conectar gracias a mi obra, a la cual le puse de nombre «Allinyay» (palabra quechua que significa «Sanar»).

Meses más adelante

Una noche, en la que filosofaba sobre cómo crear un método que pueda ayudar a las personas, no solo en el campo emocional, sino también en lo social, entendí que ambas se encontraban estrechamente relacionadas con la economía, así que inspirado por los conceptos de Complementariedad, Solidaridad, Resiliencia y Números Complejos, es que llega a mi imaginación la idea de «Moneda Imaginaria», cuyo valor equivalente será «El favor», es así que invento «La unidad económica imaginaria de valor dual y complementaria, Moneda Allinyay».

Pero de solo ideas está lleno el mundo, necesitaba tangibilizar este concepto, así que desarrollé una aplicación que ayude a transferir estas monedas entre los miembros de la comunidad, es así que nace la «Economía Allinyay», la cual se puede definir como un sistema de reciprocidad más tecnología.