Depresión

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"El amor y otros demonios"

Acto I
Aún hoy, a pesar de haber pasado muchos años desde mi cuadro de depresión, me cuesta escribirlo, más aún, publicarlo. Exactamente no recuerdo cuándo es que inició, pero sí recuerdo con claridad, la primera decepción amorosa que tuve, y ahora me río, porque inició con un poema nunca leído.

Tenía 15 años, estaba en 5to año de secundaria, me encontraba enamorado de una amiga del colegio. Una noche, luego de mucha preparación, decidí declarar mi amor hacia ella, aprovechando una fiesta en la casa de una amiga en común. Junté los pocos soles que ganaba trabajando como digitador frente a la municipalidad de mi distrito, con ellos compré un ramo de rosas, las cuales escondí estratégicamente entre los arbustos de un parque cercano a la reunión, tenía un breve poema de bolsillo que había escrito en una de mis primeras libretas de apuntes.

Llegó la hora, ella estaba frente a mí en la reunión, le dije que quería decirle algo, que me acompañara al parque, pero no quiso salir de la casa, al finalizar la reunión, la acompañé junto a una amiga al paradero, en el trayecto amagué un intento de declaración, en un lugar no preparado, frente a una casa «X», sin el ramo de rosas ni el poema, antes de que diga una palabra, ella dijo «no» con la cabeza, me sonrió dulcemente y se alejó algo presurosa, yo comprendí y con mi mirada la acompañé hasta que se marchó, yo no pude moverme de aquella casa, sentía que mi corazón había muerto ahí y mi cuerpo no podía dar ni un solo paso. Luego de unos 15 minutos de profunda tristeza, caminé absorto con mi dolor, para colmo, una lluvia inusual acompañaba mi pena, sentía que era el mismo cielo que lloraba conmigo.

Camine por unos minutos y antes de regresar a casa, decidí ir por el ramo de rosas, sin aún saber bien su destino, pero para mi desdichada sorpresa, el ramo ya no se encontraba donde lo dejé, alguien se lo había llevado. Casi ya sin nada más que lamentar, sin importarme la lluvia y el pasto mojado, me recosté sobre él, mirando la noche, saqué el poema apuntado en mi libreta y lo recité para mí, mientras las gotas mojaban el papel y se confundían con mis lágrimas…

 

Acto II

Me encontraba en la academia, gracias a una beca que gané pude prepararme para ingresar a la universidad, me sentía bastante querido en ella, ayudaba con lo que sabía a mis compañeros, especialmente en el curso de física, ¡Que era mi fuerte!, porque todo lo resolvía con lógica, sin necesidad de muchas fórmulas. En aquél tiempo, nuevamente me enamoré de una compañera del salón, que siempre me preguntaba sobre física y yo encantado le enseñaba, nos volvimos muy cercanos. Una noche, decidí acompañarla al paradero y declarar mi amor por ella, yo tenía 18 años.

La tenía frente a mí, me miraba como queriéndome decir algo también, estuvimos frente a frente casi 10 minutos, sin decirnos nada, solo mirándonos y esperando que alguien diera el primer paso. Aquella noche nadie habló, solo nos abrazamos fuertemente, mientras eso, un taxista que pasaba por ahí, gritó «bésala», nosotros solo nos reímos y luego de un momento, nos despedimos.

Luego de unos días, me entero que ella tenía una relación de varios años con otro chico, yo simplemente me alejé, mi comportamiento cambió, me limitaba solo a estudiar, mis amigos notaron extrañeza en mi ánimo y aplicaron «la ley del hielo» a la inocente chica, incluso una tarde, ella me preguntó si yo les había pedido que hagan eso, pero no, le expliqué que no, que si lo hicieron fue por ellos mismos. Aún me sentía con algo de tristeza, al verla todos los días en el salón o ver cuando su enamorado la venía a recoger, simplemente me rompía el corazón. A pesar de lo sucedido, logré ingresar, decidido a escribir un nuevo capítulo en mi vida…

Acto III

Estando en la universidad, me enamoré perdidamente de una compañera de la facultad y luego de 2 años de compartir tiempos, tareas y algunas protestas, decidí armarme de valor y nuevamente preparar una declaración de amor, tenía 20 años y nunca había besado a nadie y mucho menos, hacerle el amor.

Llegado el día, nos dirigimos a la facultad de arquitectura de la UNI, uno de los lugares más bonitos de la universidad, nos sentamos en una de las bancas de su jardín escondido, yo ya presentía su negativa, pero aún así quería decírselo, recuerdo que saqué de mi cuaderno un poema que había escrito para la ocasión, se lo recité y al finalizar ella me dijo que ya tenía enamorado, que acababa de iniciar una relación con otro compañero de la facultad. ¡Hasta ahí!, todo bien, todo era aceptado con una resignación relativamente «profesional», sin embargo, mientras se retiraba por aquella calle desolada, donde solo ella y su presencia ocupaban todo, volteó a verme y dio una sonrisa, «quizá de burla, quizá de nervios», nunca lo supe, pero simplemente me destrozó.

Ese fue el inicio de un periodo muy triste en mi vida, el cual me acompañó aparentemente solo 2 años, pero luego descubrí, que sería el inicio de casi 15 años en depresión…

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Luego de fracturas, amores, desamores, primeras veces, una parálisis facial y un viaje por Sudamérica en solitario, decido escribir el libro «Bitácora de los Sentidos», en el cual represento el proceso de aceptación y resiliencia que me funcionó, por ello los invito a acompañarme en este viaje y descubrir La Bitácora.

 

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